En marzo del 2006, soñé contigo Michelle, soñé que nuestro país recibía un bello regalo.
Soñé que nuestra larga faja de tierra despertaba de un sueño largo, aletargado y sin final.
La patria necesitaba salir de su estado de deja vu permanente y la luz de tu padre y la entereza de Ángela fueron las sombras viscerales que impulsaron tu aventura al primer cargo de la nación.
Atrás quedaron las mesas del restaurante favorito y la vida en bajo perfil.
Las mujeres se sintieron empoderadas y los machos recios pasamos a ser parte de un paisaje urbano donde las féminas brillaban al compás de tus discursos y abrazos cariñosos.
Así fue, tuvimos esperanzas compartidas con nuestras compañeras y en ilusión feminista caminamos hasta el fin del ciclo en cuatro años de maternal gestión.
Dos periodos no fueron suficientes para despertar de aquel sueño que comenzó en ese ya lejano marzo, cuantos días, horas y minutos donde los intereses de la patria fueron los primeros pensamientos de tus añoranzas matutinas.
Michelle te preguntaste en la intimidad como desenredar las madejas de las intrigas de pasillo o como alivianar la carga del peso de la historia que los votos populares te dieron con pasión.
Hoy Chile esta adolorido Michelle y una inflamada consigna donde el grito insolente se hace presente más violento que nunca, llena el aire de Santiago con una espesa verdad.
Una consigna de los sin espacio, de los departamentos de 12 por 12, donde la cama y el baño están unidos por el chacotero susurro de la intimidad violada, sin asco y sin preocupación, donde el árbol de la esquina se seca en improperios de mala vida.
Hoy Chile sigue adolorido Michelle, y yo me pregunto si será el caminar pausado del modernismo determinista, capitalista que no nos permite respirar aire limpio y que nos recluye en guetos de hormigón armado.
Comisionada esta inflamada consigna nos continúa doliendo, será que aun esperamos la igualdad prometida, esa que llegó y se anunció con bombos y challas.
Oh Michelle te declamo poesía ya que aún tu imagen maternal me continúa doliendo desde el recuerdo y lejana letanía de mi barrio querido, explotado, maloliente y torturado, me continúa doliendo, porque sé que en lo más profundo de tu alma la esperanza aun la llevas puesta y posiblemente te acompaña en tus caminatas por las calles llenas de historia de las ciudades de Europa. Con pasión te escribo estos versos inconexos ya que mi patria, tu patria, aún tiene un dolor que no hemos podido sacar.
Chile se centra en su nuevo despertar y necesita de la urgencia femenina para dejar atrás este presente distopico, aún tengo esperanzas, antes que el pan se trasforme en un alimento prohibitivo para los más humildes.
Aún tengo esperanzas Michelle, ya que tu voz se extraña en la claridad de ese nuevo Chile revuelto e inconexo que despierta. Aún tengo esperanzas.
Ya que esta Poesía que parece plegaria o que parece un rezo, aunque prefiero que usted piense que son versos, versos con respeto, para usted y para mí, ya que hoy ocupo representaciones para mantener la esperanza viva de nuestra nación.
Roberto Allende Berríos